lunes, 29 de diciembre de 2008


LA SOLEDAD, MUCHO MÁS QUE UNA PALABRA


Dulce y amarga, fértil y árida, ella es la única capaz de encender un diálogo con nosotros mismos, de revelarnos las respuestas de lo no preguntado.

Existe una increíble contradicción dentro de la propia soledad, una fuerza ambivalente que abre y cierra sueños al compás de la psique.
Alejándonos de todo, abrimos un paréntesis dentro de la realidad, un espacio de tiempo donde nada es absoluto, donde la razón se multiplica.
Las dudas llegan y hacen o deshacen todo lo que creíamos dormido,
el mundo se convierte en un pequeño espacio donde el pensamiento toma su lugar privilegiado y ofrece, muchas veces, una “espiritualidad” espontánea.

Las diferencias estriban en la capacidad para entrar y salir de ella, en ser conscientes de esa adicción que produce el sentirse plenamente comprendido, una compleja sencillez que circunda cualquier pensamiento, por pequeño que sea.
La soledad social se traduce en una meditada incomprensión que va provocando poco a poco una ausencia de libertad dañina e irreal, ésta, nutrida emocionalmente, da paso a una introspección tan profunda como estéril, pues va dejando al desaliento comiendo de su propia memoria.
Pero hay otros lugares donde la soledad emerge como oxígeno en medio
del océano consciente, una huida, una búsqueda interior donde posiblemente se encuentra uno de los tesoros más valiosos de la humanidad.

Así, la soledad puede llevar consigo una salvación o una condena, el aire más amable o la más dura contaminación para una mente dispuesta a entregarse por entero.
El ser humano necesita de esa soledad, gracias a ella y a la meditación que sujeta su nombre, existe la vida en común.
Seguramente existe también un equilibrio que sujeta los hilos de la personalidad, algo que no se puede medir pero que inconscientemente presentimos.

Escribir y leer es arrastrar la soledad hasta el lugar exacto, es transformar a la palabra en un puente para tu propio paso, seguro o peligroso, pero abierto para trazar una ruta de ida y vuelta.

Palabra y soledad unidas para mostrarnos el camino del pensamiento útil, el lugar donde enterraron el más preciado tesoro.


Luis Oroz.

domingo, 14 de diciembre de 2008

La imaginación creadora




Existe la capacidad de crear una realidad alternativa que se sustenta en el universo del instante, un universo infinito donde podemos descubrir nuevas galaxias cada día.
Una serie de factores se mezclan en un cóctel de silencio, surge así la fantasía, una creatividad tan innata como asombrosa.

La imaginación es algo inherente al ser humano, pero ha de producirse una pérdida sutil de la conciencia para que ésta pueda manifestarse libremente.
¡Quién no ha escapado alguna vez del peso de su cuerpo y se ha visto besando una parte de la memoria!
El arte, en todas sus expresiones, tiene también en la imaginación su mejor aliado, aunque el artista base su obra en una realidad palpable, es capaz de transformarla y dotarla de esa unicidad que necesita para ser especial.
En otras formas de arte el concepto imaginativo puede ser diferente, la creatividad fluye desde un prisma instantáneo.
La imposibilidad de imaginar en el momento, por ejemplo, de la creación poética, hace que el grado de inventiva tenga que ver con un cúmulo de sensaciones, muchas veces ligadas a un tiempo previo de imaginación.
El mundo, tal y como hoy lo concebimos, se empeña en despojarnos de ese don, tendemos a quitar importancia a lo impalpable, a dejar el peso del aprendizaje de los niños sobre un montón de libros, necesarios pero frágiles.

La imaginación nace de una necesidad, de un vacío sujeto al pensamiento y que se irá llenando con las experiencias de la vida.
Tal vez este es el motivo por el cual los niños son los grandes portadores de ese talento.
Es precisamente en la infancia donde se abren inconscientemente las puertas de la imaginación y el niño hace de esa ficción una realidad indispensable.

El poder seductor de lo desconocido, o de lo conocido y difícilmente expresable se manifiesta en la poesía de una forma inequívoca, una realidad fingida o no, pero transformada y servida, en palabras, a nuevas imaginaciones.

Fomentar el universo de la ilógica puede crear, con el tiempo, una lógica aplastante.
Tal vez los genios cimentaron su éxito en el aire, para construir el más sólido de los conocimientos.

Imaginar es convertirse en Dios, un creador de futuros imperfectos.


Luis Oroz.